miércoles, 19 de enero de 2011

Inteligencia  emocional.


“Un acto de justicia permite cerrar un capítulo; un acto de venganza escribe uno nuevo.”
Marilyn vos Savant.
“No hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores.”
Víctor Hugo.
     Voy a contar una anécdota con una confesión. Mi esposa no conocía el mar y me preocupe por mostrárselo, así que unas vacaciones fuimos al puerto de Veracruz. Visita obligada era visitar el castillo de San Juan de Ulúa. Después del recorrido, pensamos en ir a comer.
     Para dirigirnos al centro de la Ciudad, tomamos un autobús de la única ruta que llegaba a esos lares. El conductor, se encontraba descansando, pero en cuento le preguntamos si iba de regreso al centro se incorporó y debo confesar que su gesto no era muy agradable, pero con amabilidad nos dijo que podíamos subir.
     Poco tiempo después otra familia se integró con nosotros y el transporte partió con cerca de diez personas a bordo, sometidas a un clima cálido y en un autobús, sin aire acondicionado.
     El pueblo veracruzano siempre se ha caracterizado por su alegría y de pronto el chofer empezó a dirigirse a nosotros, comentándonos detalles del camino, platicando de sitios donde comer, comenzó a decirnos chistes y en un momento dado, organizados por él, comenzamos a cantar alegremente canciones de moda.
     No podíamos dar crédito a que un desconocido en un recorrido de veinte minutos nos hiciera pasar un rato tan alegre. Sin embargo, siempre que subía gente al autobús los saludaba y los integraba a nuestra alegre tertulia. Cuando se bajaban se despedía de ellos y seguía su camino.
     He regresado a Veracruz otras ocasiones y no he vuelto a coincidir pero yo tengo una perspectiva. Esa persona era un hombre con éxito en su trabajo, no importando cual fuera éste.
     Por otro lado, en mi paso por las aulas universitarias, he tenido contacto con muchos estudiantes que son muy inteligentes, pero que muchas veces, al no obtener la nota que desean, que responden agresivamente al profesor.
     Uno de los primeros detalles es la presión sicológica de que ellos son los que van a sufrir las consecuencias de una baja calificación, a lo que sigue una presión física, donde pretenden coaccionar con una actitud de enojo, que en ocasiones van desde un apretón de brazo a un intento de agresión o una amenaza, algunas veces me han amenazado con que van a ir hasta las últimas instancias para dejarme sin trabajo.
Afortunadamente nunca ha habido una agresión física que lamentar, pero yo conozco en otros países las ha habido, por parte de universitarios contra sus profesores y que les ha ocasionado una lesión grave o la muerte.
     Esto me hace preguntar ¿Cómo puede una persona a todas luces inteligente hacer algo tan irracional?
     La respuesta es sencilla. Un coeficiente intelectual alto no te garantiza el triunfo en la vida. Para tener éxito, la inteligencia sólo es el 20% de los factores que provocan esta situación y como es lógico, hay que completar el cuadro con otro 80% de actitudes o lo que se le llama inteligencia emocional.
     No pretendo ser sicólogo, pero siguiendo al doctor Daniel Goleman, que fue profesor en la Universidad de Harvard, para poder obtener dicha inteligencia emocional debemos tomar en cuenta los siguientes puntos:
     1. Conciencia de uno mismo. En este sentido, debemos saber identificar nuestros propios sentimientos, pues una persona que conoce sus propias emociones puede tomar con más firmeza las riendas de su vida.
     Todos tenemos tendencia a tener señales viscerales, es decir manifestar una emoción, a veces sin darnos cuenta. En el aula, hay gente a la que no le gusta exponer y la variación de las emociones van desde la inasistencia hasta una manifestación de nerviosismo que los coloca en un estado de impavidez, es decir congelados sin poder decir una palabra. Otros alegan que no se acuerdan de nada.
     Por medio de un esfuerzo profundo y deliberado nos podemos percatar de nuestras señales viscerales y corregirlas. Por ejemplo, hay gente que sigue iracunda después de una discusión, tal vez lo que debe hacer esta persona es reflexionar sobre su estado de ánimo y encontrar que las personas a quienes les manifestó su mal humor, no tienen ninguna relación con la discusión que sostuvo.
     Si nos preguntamos si esto es posible, pues si. Si no fuera así como podríamos manejar, nadar, andar en bicicleta o en motocicleta. Todas estas actividades ocasionan grados de estrés importantes al inicio, pero después los controlamos y podemos hacerlo.
     No quiero decir que siempre se pueden controlar dichas emociones, pero si no se puede hacer, entonces fallamos en un requisito indispensable de la inteligencia emocional, que es modificar estado de ánimo desfavorables.
     2. Equilibrio anímico. El buen y mal humor son la sal de la vida y ayudan a forjar el carácter. Sin embargo, el secreto está en equilibrarlos.
     Decir que podemos estar alegres toda la vida es absurdo, pero lo que si podemos hacer es controlar la emoción. Lo mismo ocurre con los momentos tristes.
     Decía un humorista, la vida no es miel sobre hojuelas, pero hay miel y hay hojuelas.
     Para ello preguntaría ¿Qué es lo que usted hace para combatir al mal humor? Eso es fundamental para cambiar su actitud.
     Yo ya tengo un buen tiempo sin manejar, por lo que los momentos de estrés en la mañana se han reducido bastante. Sin embargo no dejo de recordar los momentos de estrés en las vías rápidas de nuestro país y en cómo se interponen otros conductores, con la consecuente derrama de ira.
     Sin embargo, es el momento de usar la reconsideración que es interpretar las cosas de manera más positiva, es decir compadecer al conductor de adelante pues seguramente tendrá una emergencia o va retrasado para una cita.
     Si tiene trabajo que presentar lo que debe hacer es distraerse un poco, tomar una caminata o hacer ejercicio, pero no pensar en aquello que lo irritó. Debe distraerse para volver a enfrentar el trabajo.
     Cuando mis asesorados van a presentar sus exámenes profesionales, mi última súplica es que no estudien el último día antes del examen, pues necesito que estén relajados. No sé si todos lo hagan, pero debo confesar que de mis 83 tesis concluidas no han suspendido a ninguno de los sustentantes.
     En la actualidad, universidades alemanas han descubierto, otras maneras útiles de distraerse de la depresión y la ansiedad. La oración y la meditación, en algunas religiones o corrientes filosóficas ayudan a controlar estos fenómenos.
     La adopción de siestas breves de media hora después de la comida, han tenido buenos resultados para controlar el estrés y la tensión, además de que se ha demostrado que la incidencia de ataques cardíacos han disminuido desde la adopción de esta práctica. Haciendo un símil con una computadora, la siesta es una especie de reinicio de nuestra computadora mental, después de la cual los sistemas comienzan a funcionar de nuevo.
     3. Motivación. La motivación positiva, es decir la capacidad de reunir entusiasmo, diligencia y confianza, es fundamental para alcanzar el éxito.
     Siempre debe tomarse en cuenta que la motivación es derivada de tener objetivos claros y una actitud optimista.
     Para ello, nunca deben plantearse objetivos difíciles de alcanzar o con un tiempo corto, pues estas actitudes suelen atacar los sentimientos de ansiedad y romper la motivación.
     Esto ocasiona por supuesto que apliquemos una observación a un aspecto importante que es el optimismo.
     Una anécdota, en una compañía de seguros hicieron un ejercicio y separaron dos grupos de vendedores. Uno estaba formados por vendedores con capacidad y optimistas y el otro fue formado por vendedores con capacidad, pero pesimistas. El resultado es que las ventas del primer grupo llegaron a rebasar las ventas del segundo en cerca del 60%.
     La explicación fue que los vendedores pesimistas perdían motivación cuando un cliente les cancelaba la compra y se consideraban fracasados. Los vendedores optimistas, se motivaban pensando: “estoy utilizando la estrategia equivocada” o “el cliente estaba de mal humor, veamos al que sigue.”
     Posiblemente alguien puede decirme que hay predisposición innata al optimismo o al pesimismo. No puedo negarlo, sin embargo, ¿no podría el pesimista aprender a pensar positivamente?
     Es decir, si la persona puede analizar objetivamente los pensamientos negativos y derrotistas que le vienen a la cabeza, podría considerarlos desde un punto de vista menos sombrío. No porque te salgan las cosas mal, debes pensar en el suicidio. Mejor analízalo, trata de mejorar y a otra cosa, pero no te sumas en la depresión o la derrota, pues estas nunca son eternas.
     4. Control de los impulsos. Esta es la capacidad de aplazar la satisfacción de un deseo en aras de un objetivo.
     Todos queremos tener un automóvil, pero es más provechoso si lo compro totalmente a crédito o si voy reuniendo el dinero suficiente para comprarlo.
     Lo obvio es que debo ahorrar para comprarlo, pero una situación real es que la gente prefiere comprarlo a crédito, aunque paguen el valor del coche con un sobreprecio.
     Un experimento que se realizó fue que a 60 niños se les dio un malvavisco y se les prometió que si no se lo comían en 20 minutos se les darían dos más. Como era de esperarse hubo niños que consumieron su malvavisco de inmediato. Otros resistieron la tentación mediante otros medios, la plática, se taparon los ojos, se quedaron observándolo, cantaron y hasta durmieron. Algunos no lo lograron, pero al término del experimento, a los que conservaron su malvavisco se le entregaron los dos prometidos.
     Que sacamos como conclusión, los que pudieron preservar su malvavisco, aún en la adolescencia podían preservar sus metas, eran más desenvueltos y más seguros. Los que no, eran sujetos de estrés, testarudos e indecisos.
     La capacidad de resistir sus propios impulsos puede desarrollarse en la práctica. Si se encuentra realizando un trabajo y tiene impulso de dejarlo, piense en sus objetivos finales y haciendo un símil, así le será más fácil obtener sus tres bombones.
     5. Sociabilidad. El respeto y la amabilidad son importantes en el trabajo, el amor, la amistad y la familia.
     En ocasiones y como lo comentamos al inicio de este pequeño trabajo, nuestras emociones salen a flote aún cuando nosotros no nos damos cuenta.
     En dar las “gracias” podemos expresar desprecio, condescencencia o verdadero aprecio. Las buenas maneras o los buenos modales son fundamentales para demostrar una inteligencia emocional.
     En todos los trabajos hay quienes sobresalen, porque pueden pedir ayuda a sus colaboradores o a otras personas por sus relaciones interpersonales. En cambio, hay personas que no obtienen mayor éxito porque son retraídos y temen pedir el favor o son desagradables y nadie los ayuda.
     Nuestras relaciones interpersonales son fundamentales para tener éxito, por lo que sugiero que se hagan a un lado estas manifestaciones viscerales y logremos mejorar dicho aspecto, considerando además, que a las personas no se les debe ver como a alguien al cual le sacamos provecho y lo abandonamos en cuanto nos deja de ser útil. Las personas no son objetos.
     Concluyo diciéndoles que los pequeños cambios de actitud ocasionan grandes cambios en la vida.
     Estoy a la orden para sus comentarios.  
Actividad: Realice una opinión sobre el tema en sesenta palabras. Trabajo individual. Valor diez puntos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario